El mantenimiento fue considerado durante mucho tiempo como una actividad de índole operativa, escasamente vinculada con el sistema administrativo de las organizaciones, sin embargo esta concepción ha cambiado. En el ambiente de una economía global, la administración del mantenimiento es una función clave que apoya las operaciones de producción de empresas manufactureras. En particular, el mantenimiento es la combinación de actividades de índole técnica y administrativa requeridas para mantener el equipo, las instalaciones y otros activos fijos en condiciones deseables de operación, o para restaurarlos hacia esta condición, lo cual se despliega como estrategia a través del mantenimiento productivo total (TPM, por sus siglas en inglés) y así constituye una fuente de competitividad.
Las labores de mantenimiento coinciden en su carácter estratégico, puesto que se trata de una función de vital importancia para el negocio porque incrementa la competitividad de la organización al reducir las quejas de los clientes y los niveles de inventario, aumenta la tasa de calidad de la producción, mejora el tiempo de entrega e incrementa la moral y la seguridad del empleado, lo que finalmente impacta en las ventas y la rentabilidad. A pesar de que estas razones explican la importancia del TPM, es necesario investigar los factores que inciden en su efectividad, dado que existe evidencia empírica de que en plantas de la industria maquiladora no ha sido efectiva su implantación, y porque en la literatura no se observa una teoría con suficiente poder explicativo.
El TPM es una estrategia para responder a la demanda de un mercado competitivo en costo y calidad, estrategia que se despliega a través del mejoramiento de la efectividad del equipo, el establecimiento de un sistema de mantenimiento productivo, la implantación por varios departamentos, el involucramiento de los empleados y la promoción a través de actividades autónomas realizadas por grupos pequeños; debido a estas características, el TPM es una función de manufactura diseñada para maximizar la efectividad del equipo.
La intensificación de la competitividad en la economía globalizada, la búsqueda de rentabilidad, además de la demanda cambiante de los mercados y los rápidos desarrollos tecnológicos, ejercen fuertes presiones en las organizaciones y las impulsan a la implantación de iniciativas para incrementar la productividad, como son la Manufactura Esbelta. Aunque también hay que considerar otros factores de cambio, como el incremento en la eficiencia y la especialización interna, para satisfacer los requisitos de flexibilidad y entrega de productos al mercado. En virtud de estas presiones y en la búsqueda de competitividad, las empresas se ven obligadas a mejorar su desempeño organizacional, desarrollando sus competencias de manufactura, y son estas condiciones las que impulsan la implantación del TPM, porque es una fuente de ahorro y de ventaja competitiva; su efectiva administración contribuye a un mayor desempeño y es una importante fuente de competitividad.
De manera estructural esto implica que el TPM es un predictor del desempeño organizacional con diversos efectos, entre ellos los financieros, el desarrollo de competencias de manufactura y sus efectos operacionales se observan en la mejora de cuatro prioridades competitivas -costo, calidad, tiempo de entrega y flexibilidad de la mezcla del producto- y con estos mismos efectos se miden los resultados de su implantación. Esta relación, de tipo predictor, es la que permite vincular al TPM con la efectividad. Por lo anterior se deduce que el TPM incide en la efectividad del sistema de producción, lo cual constituye la oportunidad para investigar los factores que impactan al desempeño operacional.
Los factores críticos del éxito son áreas que aseguran un desempeño competitivo para el logro de la misión de la empresa. Un modelo para administrar con efectividad el mantenimiento requiere de un proceso en el cual las actividades relacionadas con la identificación, planeación, programación y la ejecución del trabajo se combinen correctamente, usando indicadores pertinentes que verifiquen el desempeño previsto. Este modelo incluye algunos factores relacionados con aspectos técnicos del TPM y se agruparon en una categoría que incluye actividades inherentes a la aplicación de diversas herramientas de ingeniería de proceso y de mantenimiento, al uso de indicadores de desempeño, a la integración con herramientas de otras iniciativas de mejora continua, al uso de tecnologías de información y al establecimiento de una estructura organizacional específica para la implantación del TPM.
En lo referente a los aspectos relacionados con el desarrollo del recurso humano, el capital humano es un factor importante y su integración es vital para el despliegue exitoso de estrategias, pero también es pertinente destacar que en la práctica, la administración del recurso humano en las empresas no es una tarea sencilla: se desea que el personal trabaje unido, en armonía, con sinergia y en un clima de trabajo que impulse el desarrollo del personal y de su empresa. Sin embargo, es difícil que las organizaciones puedan conciliar efectivamente los intereses personales con los de la misma organización; nuevamente se presenta una tarea compleja para los líderes organizacionales, debido a que la forma de vida, en lo individual, es una característica personal de la idiosincrasia de la gente. Las actividades vinculadas con la formación y desarrollo de equipos de trabajo, la capacitación y el entrenamiento pertinente, al igual que el involucramiento del empleado pueden brindar una mayor seguridad al implementar el TPM.
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